viernes, 28 de noviembre de 2008

Viernes...


Como no sabía de qué hablar en un viernes como este, he decidido echar mano de mi particular biblioteca (espero ansioso el día en que, mis queridos seguidores, os animéis a organizar una colecta con el fin de regalarme un elegante librería donde poder colocar los cientos de volúmenes que se agolpan sobre las baldas de la actual… ¡pobrecilla!) y comprobéis que la uso.
No os extrañéis pues, por lo general, en los hogares a los que acudo como invitado, constato que las librerías son simples almacenes atestados de polvo y basura editorial que sirven de adorno y reflejo del tronío familiar. Yo al menos me gasto el dinero en libros que utilizo, aunque sólo sea para vuestro disfrute, no como el 99% de los títulos que adquieren esos bibliómanos aficionados a la revista El mueble, que bien podrían servir para prender la estufa en estos días de temperaturas extremas.


A lo que iba, que hoy dedico mi espacio a mi admiradísimo Arnold Lobel, genio y figura de la Literatura Infantil. Aunque muchos entendidos en esto de la LIJ (como yo) os coman el seso con cientos de nuevos autores y que las editoriales/libreros se empeñen en que paguemos hasta cuarenta pavos por un libro (¡manda huevos con los artículos de extrema necesidad!), existen primeras lecturas exquisitas y atemporales muy aptas para todos los bolsillos.
Es por eso que hoy les traigo la serie de Sapo y Sepo. Yo no sé por qué edición irán ya, pero el caso es que estos las aventuras de estos personajes son atemporales. Editadas en castellano por Loqueleo, las historias de esta pareja de batracios encandilan a todos los niños, algo que no es de extrañar, pues sencillas y humanas se adhieren a la idiosincrasia universal de la amistad. 


Situaciones absurdas llenas de torpeza, sinceridad y humor llenan las páginas de unos libros que, a pesar de no ostentar un colorido llamativo, siempre encuentran montones de lectores. Veinte historias que pueden encontrar en cuatro libritos de tapa blanda y tipografía caligráfica (mis favoritos por lo útiles y baratitos), o en un  solo tomo con tapa dura (de reciente edición e ideal para regalar).
Historias de cometas, de sombreros, sobre una carta o de una carrera en trineo, son los resortes narrativos que Lobel utiliza en unos libros muy queridos por él y que recogen de un modo magistral la esencia de álbum-serie. Con un lenguaje próximo, una gran admiración por la naturaleza (¿Acaso no les recuerda a Beatrix Potter?) y recursos como la metaliteratura (inserta cuentos en otros cuentos) este gran autor nos traslada a un mundo muy particular, una especie de exorcismo personal que le permitió vivir en lo más profundo de sí.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Lobel es uno de mis favoritos. Me parece de lectura imprescindible para todos los públicos. ;-) En serio.
Un saludito, Miriam