miércoles, 27 de mayo de 2009

De minorías



“José Manuel” se me ocurrió decirle un día a uno de mis compañeros a tenor de una conversación sobre la clase de tutoría “¿por qué no les proyectas alguna película de los X-Men?”. Él, un tanto extrañado me respondió que, aunque no había visto ninguna, creía que eran demasiado violentas. Yo le respondí que la violencia está en cualquier rincón y que probablemente el mensaje extraído de esta película podía ser más eficiente que cientos de charlas paternalistas que los alumnos recibiesen.
Ayer mismo me enteré de que al final la estaban viendo y que, por lo menos, los chavales ni musitaron.
Probablemente todos ustedes conocen a los X-Men (o Patrulla X en castellano), una serie de humanos que tras sufrir unas mutaciones adquieren todo tipo de poderes sobrenaturales que se traducen en cientos de efectos especiales sobre la gran pantalla. La trama de la película es bien sencilla y fácilmente digerible, pero lo cierto es que el cómic en el que están basadas las tres secuelas cinematográficas tiene un mensaje más hermoso…
X-Men (Marvel Comics) nació de la mano del archiconocido Stan Lee (guionista) y de Jack Kirby (dibujante) en el año 1963. La idea principal a transmitir, la lucha de las minorías ante una sociedad generalista y hermética, se traduce en una serie de batallas colectivas que manan de los dilemas personales de sus bien caracterizados personajes. Lobezno, el mutante de laboratorio, hermético y solitario que no se siente identificado con ningún bando, Jean Grey, un mutante de gran poder manipulado por unos y otros, Magneto, el mutante rebelde que se enfrenta a los opresores por un pasado como víctima, Charles Xavier, cuyo sueño es el de un mundo de integración y heterogeneidad, o Pícara, propietaria de un extraordinario poder que le impide amar y sentirse querida, son ejemplos de cualquier conflicto donde los diferentes están sometidos a la voluntad de los iguales.

4 comentarios:

Rosa dijo...

Román, no sabes la ilusión que me ha hecho leer este post. Los X-Men (o la Patrulla X, como la llamábamos en mis tiempos) es una de mis lecturas más queridas. El guionista Chris Claremont fue quien incrementó el contenido social y antropológico d ela saga y a él le debemos las muchísimas lecciones sobre el ser humano que se pueden entresacar de este cómic de superhéroes. Mis personajes favoritos:
-Magneto, siempre con un pie entre los buenos (quiere proteger a los mutantes) y los malos (piensa que el fin justifica los medios).
-Charles Xavier, que evolucionó de "gran gurú de la sabiduría" hasta un perfil más cercano al de Magneto.
-Tormenta, la mujer que desea vivir en armonía (como hacía en su África natal, donde la consideraban una diosa), pero decide renunciar a la inocencia de esa vida para meterse de lleno en la miseria y ser parte de su solución.
-Lobezno, el solitario, el marginado, el que se desliga de todo y al que todos rechazan, pero es capaz de grandes amores y grandes sacrificios.
-Kitty, la pequeña superdotada que desea ser una niña normal pero se sabe excepcional (por sus poderes, por su inteligencia, por su romance con el adulto Coloso).
-Illyana, la "niña oscura" que vive en permanente lucha contra sus malos instintos.
-Rondador Nocturno, un hombre maravilloso, divertido, bueno, inteligente, espiritual, leal... condenado a que todos vean sólo su aspecto de elfo demoniaco.

Y tantos y tantos otros, muchas veces mejor definidos que ciertos personajes bobalicones o inconsistentes de ciertos libros infantiles, mucho más apreciados por la crítica.

Muy a menudo, los adultos rechazan el cómic como forma de lectura para los niños. Ahora estamos viviendo un regreso del cómic infantil (versiones para niños de Batman, el regreso de Don Miki y Donald...) y yo me alegro. Para los niños, el cómic es sólo un cuento con muchos dibujos.

Román Belmonte dijo...

¡Hola Rosa!Y a mi también me ha hecho mucha ilusión saber de ti. Espero que el pequeño Bruno vaya bien por Alemania. Un abrazo.

Rosa dijo...

Por cierto (y me disculpo, me disculpo y me disculpo por el listillismo friki), ¡¡es Jean, no Jane!!

Román Belmonte dijo...

¡¡Ja, ja, ja!! Se agradecen las freak-apreciaciones, que le dan muy buen toque informativo al asunto. Corregido. Un abrazo.