jueves, 31 de marzo de 2011

De palabras...


Si por votación popular fuese, jugar al fútbol, salir de copas o escarbar en las montoneras de los mercadillos, serían elegidos como auténticos deportes nacionales, pero como quien hoy decide es un servidor, determino que lo que aquí se lleva es el marujeo. En este país, hasta las piedras meten el hocico en la casa del vecino. Cotorrear, marujear, despellejar o viborear son verbos básicos en la idiosincrasia española, exponentes todos de nuestra capacidad de poner de vuelta y media a todo quisqui. Para percatarse de ello sólo tienen que prestar atención a lo más visto en la programación televisiva: que si las vidas ejemplares de todos los que pasan por la caja de los viernes (¡Ay, que me da!), el circo de Paqui “Las coles” (¡Qué sobrenombre!), los dimes y diretes entre Mourinho y Guardiola, o las tan fingidas riñas del lumpenproletariado que participa en el “Big Brother” español. Si a ello añadimos ingredientes como el mamoneo, el morbo, la escatología, el humor, la ironía y la maldad, el resultado de esta coctelera es puro e irresistible gozo patrio del que se sirve hasta el más letrado para pasar el rato de vez en cuando... Curiosa paradoja esta, la del analfabetismo funcional en el reino de la lengua. Mediterráneos y viscerales, los habitantes de la Hispania moderna sentimos una fatal atracción por el cacareo de patio y corrillo, una afición desmedida por la palabra, el mejor invento del hombre, que desde bien pequeños practicamos a manos llenas para poder comunicarnos con uno mismo, con otros y con el más allá. La de hoy es una oda a la palabra cotidiana y vulgar. A esas palabras que aprendemos por la calle, tomando un café o dando clase. A las palabras que nos despiden y a las que nos dan la bienvenida. A las últimas palabras y a esas primeras, que, como La primera palabra de Mara (Ángel Domingo y Miguel Tanco, Editorial Narval), nos llenan el mundo y, de paso, también la risa.

lunes, 28 de marzo de 2011

Locos por vender



Preludio: No crean que intento boicotear el libre mercado o que oso enfrentarme al capitalismo (tarea de gigantes para la que no estoy preparado), sólo que… ¡Estoy hasta el culo de visitar bibliotecas y librerías atestadas de bazofia!

La crisis económica, la falta de ingenio, el poco riesgo empresarial y la escasez de nuevos autores, obliga a la industria editorial a exprimir hasta el extremo los productos que han alcanzado cierto éxito.

Llegan las ¿novedades? de la temporada y me encuentro con los mismos autores, las mismas temáticas, las mismas maquetaciones… ¿es el día de la marmota o me he perdido algo? Veamos como ejemplo el caso de Suzy Lee y sus dos últimas novedades, El pájaro negro (Barbara Fiore) y Pintores, junto con el escritor Seung-yeoun Moon (Libros del Zorro Rojo). El primer libro es una obra monocromática de corte psicoemocional que trata metafóricamente el tema de las relaciones familiares, concretamente la separación paterna, mientras que el segundo es un álbum ilustrado a rebosar de colorido y alegría tomando como excusa una situación cotidiana entre dos hermanos que deciden dejarse llevar por el imaginativo arte de la pintura. Los que conocemos el trabajo de esta autora podemos pensar que seguramente merecerá la pena invertir unos euros en adquirir los dos títulos, pero lo cierto es que no es así por diversas razones. Si atendemos a la primera y más importante, hablaríamos de la relación entre el contenido artístico y el literario. En mi opinión, la técnica de Lee es más apropiada para discursos hedonistas, juguetones, e incluso caóticos, no tanto para aquellos más dramáticos o cargados de mensaje, por lo que, si por mi fuera, descartaría El pájaro negro de mi biblioteca (no de otras, claro está). Secundariamente destacar males menores como la edición o el precio, que en vez de animar, desconsuelan.

Y es que aprovechando la cumbre que muchos autores alcanzan en el panorama internacional de la LIJ, las casas editoriales se disputan la publicación de sus trabajos esperando que algún seguidor incauto pique el anzuelo y de paso sacarle hasta la última peseta con tal de salvar la campaña anual de ventas, por lo que abogar por la calidad frente a la cantidad, máxime de cualquier crítico de tres al cuarto que se precie, es casi una obligación…, aunque bien mirado, también podemos colaborar en subvencionar a los tan denostados artistas ¿no creen?

viernes, 25 de marzo de 2011

En la orilla al caer la tarde...




Esta tarde me voy a la orilla del mar...

La barquita sardinera
lleva faroles detrás,
brilla lucera.

La luna peina caballas
con pincelitos de plata,
todas a rayas.

Boquerones y sardinas
parecen, alborotadas,
primos y primas.

[…]

La estrella miraba
el espejo del mar,
las olas de plata
la hacían bailar.

Una noche oscura
se quiso bajar
porque la llamaba
la estrella de mar.

[…]

Olga Xirinacs.
Barcas y estrellas.
En: Marina y Caballito de mar.
Ilustraciones de Asun Balzola.
1998. Madrid: Anaya.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Dormir ¿plácidamente?


Hace unos años era capaz de rebozarme en la cama hasta altas horas de la mañana, para levantarme a eso de las doce con la cara surcada por las impresiones de la sábana, cosa que ya no me ocurre a día de hoy, claro signo de que la vejez es para todos, no librándose nadie de ella. Créanme, da igual a la hora que uno se vaya a dormir a las nueve, las doce o las seis de la madrugada: a las siete tengo los ojos abiertos. No hablamos de insomnio (alteración del sueño con la que sólo lidio los días de luna llena… ¡espero no padecer de licantropía!), hablamos de la hora gallinácea, esa que se graba al rojo vivo en nuestras costumbres (sobre todo las laborales) y nos permite disfruta de “un rato más”.
Lo peor de todo es ponerse en pie a modo de muerto viviente y deambular, de la cocina al salón y del salón al dormitorio, arrastrando los pies y demacrado como los zombies, hasta que, llegada de nuevo la noche, nos dejamos caer sobre el catre e intentamos recuperar las horas de descanso perdidas.
Supongo que más de uno de ustedes se sentirán identificados con esta pequeña “patología” y que muchos también habrán intentado buscar un remedio o solución para soñar más y mejor. Si alguno tiene un antídoto para ello (somníferos no, gracias), le ruego me lo haga llegar a través de un comentario, siempre es de agradecer la solidaridad lijera.
En cualquier caso también les digo que prefiero no dormir por aburrimiento, apatía o edad, que no hacerlo por miedo, un hecho muy conocido por los niños. Y para ellos, los dormilones miedosos, están hechos los libros como el de hoy, un clásico del álbum ilustrado estadounidense. Firmado por John Irving Tatjana Hauptmann y editado por Tusquets, El ruido que hace alguien cuando no quiere hacer ruido es una pequeña historia que nos habla de crujidos, chirridos y otros sonidos extraños que rondan la noche y nos inquietan demasiado.

lunes, 21 de marzo de 2011

Primavera...


El final de la segunda evaluación siempre llega cuando el día se prolonga y las noches se hacen más cortas, los niveles hormonales de los púberes se disparan y uno tiene que enfrentarse a estos con todo tipo de artimañas. Entre las más utilizadas del profesorado se cuentan los trabajos en grupo, las actividades de repaso y… las películas. ¡Qué sería del profesor sin el séptimo arte!
Excuso decirles que un servidor no las utiliza continuamente por dos sencillas razones: el tiempo escasea y lo que se convierte en rutina acaba aburriendo.
En cualquier caso encontrar películas cuyo argumento esté relacionado con la materia que imparto se hace difícil (N.B.: Uno siempre puede salirse del contexto y aprovechar cualquier escena para sacar buen partido en pro de las áreas científicas), pero por si tienen curiosidad y les sirve de ayuda, citaré algunas que utilizo con cierta frecuencia:

- Los últimos días del edén.
- El jardinero fiel.
- Diamante de sangre.
- X-Men 3.
- Viaje al centro de la tierra.
- Océanos.
- Earth.

De entre estas, la que más veces he visto es Nómadas del viento, una película francesa de tipo documental con una fotografía excelente e imágenes impresionantes que narra las vicisitudes de las aves migratorias. Mis alumnos, pequeños y mayores, siempre quedan boquiabiertos y contentos tras verla, y cuando piden más, escaneo las imágenes de Un cuento de cigüeñas de Antonio Ventura y Leticia Ruifernández (editorial Tàndem) y finalizo con una pequeña historia a caballo entre la realidad y la ficción…

miércoles, 16 de marzo de 2011

De las revueltas en el mundo islámico


Está claro que lo del Magreb huele a muerto (con todos mis respetos), pero opinar de algo con tanta chicha se le antoja a uno suculento bocado, previo aviso de que las arengas ajenas hay que pasárselas por el arco del triunfo (no se me vayan a ofender).
Bajo ese manto impune que abriga a los caudillos, estáis vosotros y estamos nosotros, todos aplaudiendo sus decisiones, unos por miedo y otros con silencio. También están ellos, los poderosos, también conocidos como los invisibles, de los que hablaré más tarde si me queda tiempo.
Ni qué decir tiene que el fin de esta vida es vivir. De una forma u otra, pero hacerlo. Por ello, si vemos que algunos viven peor que las ratas, deberíamos plantearnos las razones que tendrán para ello... Si consideramos el patrón social de Marruecos, Túnez, Libia o Egipto, llama nuestra atención los cientos de miles de jóvenes sin oficio ni beneficio que invierten las horas en deambular por avenidas polvorientas buscando algún quehacer que les reporte un dinerillo. Si por otro lado atendemos a la economía, podemos destacar sus paraísos –turísticos, fiscales o petrolíferos-, alguna que otra plantación cannábica, y muchas vueltas de tornillo.
Concluimos por tanto con que en la orilla sur del Mediterráneo se asientan todo tipo de repúblicas bananeras que, con mucho versículo y más oración, se dedican a exprimir al ciudadano, impulsar la emigración (lo que por estos lares nos atañe…) y de paso, joderlo vivo, que es lo que verdaderamente importa.
Sin duda y como Dios manda, todo esto terminará en guerras civiles que, a golpe de cecme y bombas químicas, dejarán vacías las bibliotecas de libros… y niños.

Winter, Jeanette. 2006. La bibliotecaria de Basora. Barcelona: Juventud.

lunes, 14 de marzo de 2011

Ejemplo nipón


Boquiabiertos nos hemos quedado viendo cómo la mitad de Japón ha quedado enfangada por una ola desproporcionada. Pero más pasmados estamos contemplando cómo millones de japoneses se organizan para que todo vuelva a la total normalidad tras un desastre de semejante magnitud.
Ejemplo de cooperativismo llevado al extremo, los japos han demostrado una vez más que son los reyes del mambo, dejando a las hormigas en mantillas cuando se trata de poner un poco de orden. Ni tsunami, ni central nuclear que se les resista: los nipones son más duros que el pan congelao (pese a las bajas… siempre hay precio…). Con una cultura basada en el esfuerzo y la tradición, son capaces de poner a prueba a los volcanes, los seísmos, los cetáceos, la ley del suelo, el cultivo de arroz o a la economía mundial. Todo ello basado en una educación estricta que compagina el uniforme, la caligrafía, el manga y el respeto (¡cágate!).
Y ahora el chisme: ante la imposibilidad de emular este comportamiento frente a una catástrofe de tales dimensiones por parte de los ciudadanos españoles, el ejecutivo nacional ha decidido enviar a este archipiélago asiático una representación gubernamental abanderada por José Blanco para estudiar in situ lo que nos diferencia del lejano país vecino e introducirlo a posteriori en la nueva ley que se presentará próximamente bajo el título de “Ley Orgánica de Responsabilidad Civil”. A todo esto, yo advierto: Don Pepiño, si usted quiere conocer la sociedad japonesa desde una visión simple y cercana, no puede dejar de leer Estupor y temblores, de la belga Amèlie Nothomb, y quedará convencido de que, con personas como usted guiando al pueblo, tenemos más posibilidades de sufrir un patatús que de hacer frente a una crecida del Guadiana.

miércoles, 9 de marzo de 2011

Híbridos literarios


Nunca he sido partidario de agendas ni dietarios, más que nada porque jamás he necesitado instrumento alguno para recordar qué hacer, qué decir o qué escribir. Siempre me he valido de una memoria que no me ha fallado… hasta ahora. De un tiempo a esta parte, tengo que hacer uso notas, cuadernos y repeticiones para no olvidar las obligaciones y necesidades, cuestión que comienza a preocuparme, sobre todo si atendemos a mi juventud… Sin ir más lejos, el otro día leí algo bastante interesante y no recuerdo dónde… Hagamos un trato: les explico el contenido y una serie de conclusiones que he extraído, a cambio de que me ayuden a encontrar dicho lugar.
El artículo en cuestión hablaba de que muchos de los grandes éxitos literarios (sobre todo referidos a las ventas, como el de la imagen que acompaña a esta noticia) de los últimos años podrían considerarse híbridos entre literatura infantil y literatura adulta canónica. Llamaba la atención sobre el hecho de que muchos de los protagonistas de estas novelas fuesen niños o jóvenes, personajes que casi siempre se mueven entre la inocencia y la curiosidad. También se destacaba que la mayor parte de ellos sufrían una transformación a lo largo de la acción, una especie de crecimiento personal con el que empatiza el lector…
Todo ello es bastante curioso ya que, muchas de estas novelas pueden ser leídas tanto por jóvenes como por adultos sin menoscabo de éxito, de hecho y a un mismo tiempo, la mayoría se transforman en lecturas obligatorias para muchos escolares y son recomendadas en clubes de lectores maduros de medio mundo. De esto podemos extraer dos conclusiones:
a. Las lecturas se democratizan.
b. Dicha democratización se consigue en detrimento de la literatura canónica y a favor de una infantilización en las obras de consumo.
Busquemos razones… Por un lado los “nuevos adultos”, sobre todo aquellos que han nacido y crecido en las urbes, en el asfalto, se han visto privados de la cultura y tradición orales, que inician al niño en la imaginación y proveen al futuro adulto de unas bases emocionales y morales necesarias para acercarse, no sólo al mundo real, sino a la literatura clásica (de hecho muchas editoriales venden sus productos bajo eslóganes como “un cuento de hadas moderno”, cosa que me suena a “Disfrute de placebos morales a edades tardías”).
Por otro lado, el ritmo de vida adulto, los innumerables compromisos laborales, familiares y sociales, necesita una evasión que puede enfocarse hacia la fantasía que destilan ciertos libros: cambiemos la realidad pasando páginas (se extrapola lo que sucede con la ficción televisiva a la ficción literaria).
Enfrente tenemos al joven que consume libros con ligeras dosis de alto voltaje que unos ven apropiadas para iniciarse en nuevas formas de vivir, y otros, consideran inadecuadas para ciertos lectores que todavía viven en una especie de limbo.
El último punto a tratar sería el concepto semiótico. La literatura se sirve de los mismos argumentos que los cuentos clásicos, de hecho, muchas novelas de tomo y lomo son revisiones kilométricas de pequeños relatos, por lo que, leamos una cosa u otra, siempre estamos leyendo la misma historia con matices diferentes. La cuestión es leer lo que nos guste.
Pero…, en realidad ¿aquel artículo decía todo esto o se debe a mi pura invención…? ¡Sólo espero que mi lucidez tampoco me abandone!

lunes, 7 de marzo de 2011

Carnaval


Entre que hoy es “lunes de coros”, las callejas de Cádiz están llenas de sabor, ritmo y color, y ya saben del cariño que le profeso al carnaval de esa tierra (a los de la mía también, que conste, por ejemplo Tarazona de la Mancha o Villarrobledo), he trasladado las rimas de los viernes para traerles, esta vez, una pequeña estrofa de la comparsa “Juana la loca”: cortita pero intensa…

[…]
Hay quien camina por la vida
y en su camino abre vereda.
Son caminantes de la historia
que tiran muros y barreras.
[…]

Autor: Tino Tovar.

viernes, 4 de marzo de 2011

No llegan los bichos


Aunque las noches se igualen a los días y el sol brille semana sí, semana no, es imposible librarse de los rigores del frío (¿será el anuncio del azote de esa crisis climática que nos espera?). A pesar de ello, los narcisos han empezado a romper la tierra y los almendros están en flor, pero… ¿cuándo llegarán los bichos, verdadero pregón primaveral?


-¡Para escarabajos,
pijamas a rayas,
camisolas largas
de todas las tallas!

[…]

-¡Para mariposas
que sean poetas
bordo cuatro versos
por cuatro pesetas!

[…]

-¡A grillos cantores
nuevos cascabeles,
tejidos de aroma
de lindos vergeles!

[…]

-¡A alegres chicharras,
de cantar silbante,
con tela de nube
les hago un turbante!

[…]

Xoán Babarro.
Diseñadora de hora en hora.
Ilustraciones de Pablo Otero “Peixe”
2004. Zaragoza: Edelvives.

miércoles, 2 de marzo de 2011

De niños enrabietados



Dice el decálogo de buen adulto que para ingresar en la vida del hombre hecho y derecho es necesario dejar las pataletas a un lado, encarar los problemas de frente y, si se pierde la batalla, admitir la derrota deportivamente. A lo que yo objeto que naranjas de la China, sobre todo si tratamos asuntos de Estado (español, el auténtico, claro está), en los que más vale agazaparse como un conejo asustado o berrear como un cordero destetado.
Todos sabemos que aquí, quien no llora, no mama. Y es que lo que les pasa a nuestros políticos tiene más que ver con los pezones que con la vocación. Les ilustro para la ocasión para que ustedes comparen: aquel que como inexperto lactante se engancha a una buena teta, succiona de ella hasta pegar un reventón o, en su defecto, un buen bocado, cosa que ciertas madres traducen en leche en polvo, tajadas de tocino, mendrugos de pan o un buen manotazo. Del golpe, el nene sale despedido hasta la ionosfera, y una de dos, o se harta de reír contemplando el espacio sideral, o pilla una llantina de siete pares de narices, a lo que mamá, esa que da mucho y pide poco, responderá con a) un arrumaco y varios mimos o b) decide dejarlo con la pataleta hasta que desciendan los decibelios de sus sollozos y se quede más suave que un guante.
¿Alguien me hace un cuadro comparativo entre los bebés y la clase política?
Y en honor de los adultos enrabietados por falta de un caramelo, carantoñas, alabanzas, aduladores, atención mediática, séquitos, sueldos inmerecidos, privilegios desorbitados y nombramientos de quita y pon, hoy recomiendo dos libros que tratan la furia desmedida y la rabia incontrolada: ¡Vaya rabieta! de Mireille d’Allancé -Corimbo- (un libro que le encanta a Encarnita… ¿será por el precio?) y Fernando Furioso, de Hiawyn Oram y mi admirado Satoshi Kitamura -Ekaré-.
Y no se mosqueen... El que se cabrea tira la garrota y cuando la recoge ya la tiene rota.