lunes, 27 de enero de 2014

Sembrando el futuro


Tengo sobre la puerta del frigorífico un imán decorativo que reza en inglés algo así como que los maestros plantamos semillas para que crezca el futuro, una verdad a medias si tenemos en cuenta tres factores… Lo primero es que los docentes sembramos lo que nos deja el Estado, esa omnipresente panda de grajas que planean sobre nuestro criterio y cuyo único interés es el de fabricar inútiles votantes. Lo segundo es que, a pesar de enterrar simientes en cerebros y corazones, muchas familias se empeñan en regarlas con  aguas fecales y otros residuos que las nutren de mugre hasta pudrirlas. Y, por último, de esos alumnos que germinan y crecen hacia la luz, algunos se tuercen por sí mismos y, aunque intentemos guiarlos y tutorarlos, pocos son los que continúan su camino, haciéndose fuertes y vigorosos en un mundo donde siempre, la competencia y los sinsabores son la tónica imperante.
Todos queremos que nuestras enseñanzas trasciendan, pero son pocos quienes lo logran. Admiro a todos aquellos que consiguen algo bueno para los días venideros, a todos aquellos que consiguen grabar sobre los demás sus enseñanzas y perdurar en la memoria de otros, en definitiva, que enseñan a cazar dragones, algo bastante extraño en nuestros días, pero no imposible (se lo digo como alumno y como profesor).


Pero no desfallezcan, incluso las causas pérdidas pueden sufrir un punto de inflexión en sus vidas. Un divorcio, una gran traición, la pérdida de un ser querido o el mismísimo amor, pueden alterar el ritmo de crecimiento de los jóvenes, cambiando así la tónica y desidia imperantes. Prueba de ello es La promesa, de Nicola Davies (texto) y Laura Carlin (ilustraciones) y publicado por Milratones –Editorial Milrazones-, un libro que en la misma línea de El hombre que plantaba árboles y La señorita Emilia, no plantea una pequeña fábula llena de lirismo en la que una ladronzuela ve cambiar su vida de color y sobre todo de sabor, tras robarle el bolso a una anciana que le pide a cambio de este, llevar a cabo una extraña promesa.


1 comentario:

Anónimo dijo...

buscaré este libro, por que si lo has comparado con uno de mis super-preferidos (La señorita Emilia) debe de estar bien.Encarnita