jueves, 10 de abril de 2014

Rebeldía vs. Elegancia


N.B.: A pesar de ser consciente de que me tacharán de todo lo que se les ocurra, ahí voy con una de denuncia humorística… Disculpas con antelación.

Lo de las mujeres pasa de libertario a subversivo en un abrir y cerrar de ojos. Y no lo digo refiriéndome al aspecto laboral, académico o sexual, sino al marital,
Hoy día además de llevar los pantalones, más de una usa tirantes, corbata y correa, no sea que algún marido incauto tontee y haya que fustigarlo como a un animal de tiro tontarra y ajado. Muchas mandan (o eso se creen), a tenor de los ingentes frascos de perfume que atesoran en la repisa del cuarto de baño, los pares de zapatos que se agolpan en armarios y vestidores (¡Qué mejor que un vestidor para tener contenta a una fémina de hoy día!... Tomen nota antes de casarse…) y las orejas gachas de cónyuges y prole tras sufrir esos gritos atimbrados que gastan la mayoría…, pero lo cierto es que todas esas se pasan el día dejándose las uñas y otras partes del pellejo en limpiar tazas de váter y suelos con un dedo de mugre. ¡Eso si es poder!


Esclavizadas gracias a la ausencia de leyes gubernamentales que les impiden ver reconocido su esfuerzo como amas de casa (ya podría remunerarse una labor cuyo salario no queda computado en ningún sistema económico), las mujeres aspiran a tener guita para luego subcontratar a otras, y estas a su vez a otras, etc., para proseguir con esa tarea humana de la esclavitud. Seguramente, si muchas representantes del llamado sexo débil, se apaciguaran su lengua viperina, asistieran a unas clases sobre destrezas sociales y leyeran un poquito a Flaubert o las hermanas Brontë, en cuyas novelas y a pesar de miserias y penurias que sufren sus protagonistas, nunca pierden el estilo y la clase, un signo de distinción que fabrica mujeres de verdad.


 Es por ello que, las protagonistas de historias reales y/o ficticias nunca deben perder la compostura con tal de emular a sus homónimos masculinos sino, haciendo acopio de entereza y arrojo, hacerle frente a la vida con cierta rebeldía, sea manifieste esta a lomos de un dragón como la de La princesa rebelde de Anna Kemp y Sara Ogilvie (editorial Blume), o la de las históricas Juana de Arco o Isabel la Católica, para hacer realidad eso de tanto monta, monta tanto, Isabel como Fernando.

2 comentarios:

miriabad dijo...

No entiendo este antagonismo entre la rebeldía y la elegancia.
Si me remito a las imágenes: me encanta ver a una chica a lomos de un dragón tan fiero. Si eso es rebeldía, a mí me gusta.

Román Belmonte dijo...

¡Y sin lenguaje soez!... He ahí la elegancia. ¡Un saludo!